Hoy... pensaba contarte
el sueño que tuve un día.
Espera... quiero decirte
lo que en él me sucedía.

Vivía en un mundo hermoso
donde todo era alegría.
No había penas... sólo gozo
para los que allí vivían.

Todos juntos celebraban
el milagro de la vida.
El amor lo cultivaban,
que creciera día con día.

Todos éramos amigos,
más que amigos, digo hermanos,
sin envidias ni egoísmos,
sin mentiras... sin engaños.

Aquel era el paraíso
que todos un día soñamos.
Pero tanta perfección
no es para el se humano...

Y renegó de los dones
que Dios para todos dió,
y como cerdo entre flores,
aquel Edén destruyó.

¡Y desperté asustada!
de que tantas maravillas
al principio de mi sueño,
ahora fueran pesadillas.

Me levanté para ver
que mi mundo no cambiaba...
pero sólo me encontré
que ese mundo... lo soñaba.

La realidad ahora es otra,
de mi sueño sólo queda
lo que hay en mi mundo pequeño,
pero es diferente afuera.

Los hombres son muy distintos
a los que en mi sueño ví.
Unos pelean contra otros
haciendo guerras sin fín.

Hacen desaparecer los bosques
y contaminan los mares,
nadie cuida de los campos,
pero crecen las ciudades.

Los árboles derrumbaron,
en su lugar sólo hay postes,
con las flores acabaron,
¡pero hay grandes mansiones!

Que son de unos cuantos ricos,
que los rodean miles pobres,
a quienes miran con desprecio
por no tener un solo cobre.

Y las envidias crecieron,
y el egoísmo... hasta el tope,
y los males invadieron
al que antes fue... ¡sólo hombre!

Y en su carrera por ser
de todos, el más poderoso,
perdió la esencia su ser,
olvidó de ser bondadoso.

Unos matan... otros roban,
y otros... de hambre se mueren,
y a los niños los olvidan,
parece que nadie los quiere.

Esto ví al abrir los ojos,
cuando salí de mi sueño,
mi sueño... era mi hogar,
pero hoy las puertas se abrieron.

Y grité de lo más profundo:
¡No quiero vivir de sueños,
quiero enfrentar realidades,
yo quiero cambiar mi mundo,
el que un día... he de heredarles!