Fue aquel día en que pasé
en el auto con mis padres,
cuando de pronto miré
lo que había en esas calles.

Un "tianguis" se levantaba,
dejando sólo basura,
y entre aquellos desperdicios
ví algo... no estaba segura.

Al detenernos un poco,
al cristal pegué mi cara,
para ver aquellos niños
que basura levantaban.

Y miraba sorprendida
a esos niños en harapos,
que buscaban su comida
y también algunos trapos.

Sentí una angustia tan grande
cuando al más pequeño ví:
un bebé casi desnudo
que ahí mismo descubrí.

Sus manitas tan pequeñas
buscaban con tanto afán,
lo que después a la boca
llevaba, en vez de pan.

¡La basura se comía!
¡Basura que ya apestaba!
¿Y si enfermaba y moría?
¿Su madre, en dónde estaba?

A mis padres preguntaba
mientras el auto seguía.
-No mires ya para atrás-
angustiados me decían.

Estaban los dos preocupados
de ver mis lágrimas que corrían,
mas lo que ahí me explicaron
los oía... mas no lo entendía.

El resto del día fue triste,
con nada me divertía.
-Olvida ya lo que viste-
decían... pero no podía.

El recuerdo me seguía,
la tristeza me inundaba.
Entonces cambió mi vida,
-con lágrimas no logro nada-.

Pensé esto mientras miraba
en mi mesa la comida.
Al comer me atragantaba
recordando ese día.

Pedí a Dios me iluminara
para ayudar a esos niños,
día y noche yo pensaba
como darles mi cariño.

Pensé en una campaña
y la empecé a realizar
en mi escuela, con amigos
que aceptaron ayudar.

Lo que juntamos fue poco,
pero fue con mucho amor,
mas sé que no es suficiente
para calmar su dolor.

Los adultos se negaban
y algunos... se reían.
"¿Tú piensas cambiar el mundo,
siendo apenas una niña?

Y mi alma lastimaban,
pero mi voluntad no vencían.
Le dije a Dios: -no funciona,
dame otra alternativa-.

-Dale a mi boca palabras
que ablanden el corazón
de esas gentes que son duras,
que no quieren dar su amor-.

Y prometí escribirlas
y entregarlas con cariño,
por un poquito de tiempo
y de amor para esos niños.