Bella luna, que admiras tu reflejo
en las tranquilas aguas del río,
que has convertido en tu espejo,
que tiembla cuando hace frío.
O tiembla tal vez de emoción
de hacer suyo tu esplendor,
que le da radiante luz,
pero no le da calor.
Espera durante el día
que llegue la noche vaga,
para danzar de alegría
cuando nades en sus aguas.
Y al amanecer de nuevo,
corre alegre y saltarín,
pensando en que cada noche
besarle lo hará feliz.
Diciembre de 1995
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