El jardín de las rosas azules
  Dedicatoria.
 

A la Suprema Señora de las letras.

"Hombres necios que acusáis a la mujer, sin razón..."

No fue un reclamo literario ni una venganza personal. Fue y es una triste verdad perdurable de la más primitiva condición humana.

Los abusos que cometen los más fuertes contra los débiles, los adultos contra los niños, los poderosos contra los humildes... el hombre contra la mujer. La discriminación de razas, de sexo, de posición social ha sido parte de nuestra historia.

La incomparable Sor Juana Inés de la Cruz lo vió y lo vivió en su tiempo. Sintió en carne propia las injusticias sociales, tratando de combatirlas con sus mejores armas: la pluma, su inteligencia y un corazón lleno de amor y sabiduría.

No la entendieron entonces ni la comprenden ahora, porque la esencia de la Fénix de América continúa existiendo a través de su obra y de aquellos que luchan verdaderamente por la igualdad del ser humano, inspirados en esta ejemplar mujer que fue la primera en nuestro continente que estuvo a favor de los Derechos humanos, defendiendo con dignidad la condición de la mujer y de los grupos indígenas.

No creo que se hubiera adelantado a su tiempo, más bien los que no la admitían vivían con siglos de retraso, porque aún en nuestros días, existen muchos que siguen tratando de descubrir lo que la hizo tan especial. Tal vez si tuvieran el corazón y el cerebro que perteneció a la admirable Sor Juana, los harían pedacitos para buscar... pero no encontrarían nada, porque su grandeza no se encuentra en la materia. En ella existió un inmenso amor por el ser humano y tal vez un poco de compasión por los que no podían conocer ni desarrollar el amor en su alma.

A Sor Juana sólo hay que admirarla, vivirla, amarla e intentar alimentarnos un poquito de su dignidad, amor y sabiduría que nos ha heredado a través de su obra.

A ese maravilloso ser humano, a esa gran mujer y poetisa que ha existido en nuestro México (de lo cual siempre se sintió orgullosa) y en el mundo de las letras desde hace más de trescientos años, de la que su vida y su obra es una inagotable fuente de inspiración -por algo es llamada la Décima Musa- a ella dedico este humilde tributo... gracias por existir Madre Juana Inés de la Cruz.


Talía Dánae Romero Sánchez

 
   
 
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