Mi madre me ha contado
que Dios del cielo me envió.
El milagro de vivir me fue dado
y en ser humano me convirtió.
En mi espalda quedan rastros
de unas alas ya perdidas,
de ángel entre los astros,
con el Gran Dador de vida.
Y vine feliz a la tierra
a cumplir con mi destino,
a vivir la nueva era
de cambios y desafíos.
Hoy soy niña pequeña
que lucha por ser mayor,
ser mayor o ser pequeña,
aún no sé qué es mejor.
Lo que sí tengo seguro
que a mi origen volveré.
En un lugar hermoso y puro
junto a Dios regresaré.
Mayo de 1995
|