A los niños protégelos,
condúcelos, respétalos y ámalos.
Es una ley natural.
Son el cúmulo de sabiduría
almacenada a través
de los milenios.
Son como una semilla
que tú cultivaste.
Hazla florecer.
No permitas que se marchite
con tu indiferencia y desamor.
Es tu deber al darle vida.
En cada niño
ve el resumen de tu origen,
el futuro de tu especie.
No dañes en ninguna forma
su cuerpo, su mente, su alma.
Conserva la dignidad de
la raza humana.
Marzo de 1995.
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